viernes, 2 de octubre de 2009

...acerca de Delirium Tremens

Sale al encuentro de vientos en contra. Teme a diario ser derrotado. Sabe del peligro y lo ama. "Ésto es vivir", exclama. Pero vuelve orgulloso y el viento escrito es otro. No hay remedio. Cada vez lo ve más claro.

El estúpido santo sacramento

Quedan montones de libros.
Se dice del futuro y su adherencia
a palabras paternas
la visión de las canas
pero nadie va a levantar la voz demasiado
nadie puede hacerlo. Se mira a unos ojos
a unos ojos cualquiera
y todos buscan clemencia de otro idioma.
Menos mal que están los libros.
El reto no variará en la historia
y uno piensa si en realidad se ha
avanzado algo...
...como si la cuestión fuese avanzar.
Ésto
fruto del polvo
disuelto por el aire
nada.
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Quieres decírtelo
y presionas el gatillo
hasta que agotes su paciencia. Sólo tú sabes
de qué se trata. Estás en ello.

Quieres negarlo
pero el dolor siguiente
ya no sería de uno propio.
Simplemente viste la jaula abierta
y entraste.
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Escribe sobre el papel
testigo
eres el único que lo ve todo.

...acerca de Delirium Tremens

Decía que para materializar físicamente la felicidad había de entrar su sangre en juego. Era el instante posterior. Justo cuando se tocaban aquella pena y toda la alegría hacían mella en su piel ciertos estigmas de apellidos Dolor y Placer, cargados de babas todos ellos. Como marcado a fuego, como exclamando basta, y sigue a un tiempo, a una vez.

La metamorfosis

Primero fueron sus andares
-aquellos pasos tan cortos
sobre una imaginaria línea recta-
y el lamentable perro que siempre
comandaba el paseo pos almuerzo

poco después
al avance de los meses
con la temperatura aumentando
y el consecuente desquite proporcionado de ropa
con el adorno brillante en su asombroso ombligo
y esa manera de recogerse aquel cabello charol
delante de los imberbes pretendientes
advirtió el influjo del curso natural de las cosas

era ya toda una mujer