Sonaba la canción
con la suavidad que caía
la lluvia aquella tarde:
acompasada
y se decía dichoso
a pesar del tiempo que hacía
que nadie le acariciaba el pelo
como su padre
durante aquellas noches llenas
de pánico a las ratas
de sueños impensables aún despierto
y gritos que dividían la madrugada
pues la calma iba pareja
a sus grandes manos de albañil.
La lluvia y el recuerdo capilar
fueron sinónimos aquella tarde.
viernes, 16 de abril de 2010
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