lunes, 7 de septiembre de 2009

Juana

Cuando entraba en la habitación no pensé que fuera a producirme impresión semejante, a pesar de ir advertido de antemano. Mi abuela paterna, a la que no veía desde hacía unos tres meses, se ha quedado postrada en una cama, de repente, de un día para otro, inmóvil, casi muda, y lo que es peor, a ratos consciente de lo que le está pasando.

Una mujer que tuvo 12 hijos y padeció otros tantos abortos. Que crió a sus niños sin luz ni agua corriente con el poco dinero que el alcohol ingerido por mi abuelo durante tantos años dejaba. Que vivió en primera persona la ruptura total de la familia por, como siempre, motivos económicos y las envidias consecuentes.

Abuela Juana, no mereces un final así. Siempre tendrás un lugar muy especial en mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario