lunes, 18 de octubre de 2010

Lo importante

Alguien me dijo una vez que un buen mal de muelas era más doloroso que parir. Te creo Madre. Metido en esta situación nueva para mí, me siento ante esta pantalla pensando en todo lo que ha ocurrido desde que mi abuelo se fue. Un verano entero. Un verano en el que cada mañana me he levantado intentando darme ánimos sin hallar la causa clara de por qué tendría que hacerlo. Porque no tengo motivos para estar como estoy. Porque hace dos o tres días lo absurdo y el sin sentido golpeó nuevamente mi cara con tal violencia que no pude sino llegar a la conclusión a la que siempre llego: "No te preocupes por nada porque nada tiene importancia. ¿Se hinchan tus pulmones con aire? Eso es lo que importa".

Un hombre charlaba, como digo hace dos o tres días, en la barra del bar de mi cuñao Emilio con un amigo, disfrutando supongo de una cerveza o un café, no sé, yo no estaba allí, pero esta clase de sucesos corren por el aire nada más que ocurren, y me enteré al día siguiente que, de buenas a primeras, el hombre cayó desplomado al suelo. No se pudo hacer nada por salvarle la vida. Un fulminante infarto. Estás, ya no estás. Así de simple.

Pero en este verano, lamentablemente, se han ido más personas. Algunas porque su tiempo ya no daba más de sí. Otras, por la más grande de las putadas, repleta de una crueldad infinita y sin sentido, cuando sus vidas comenzaban a florecer apenas. Tengo suerte, tenemos suerte. Y si a ella le unimos cuantas personas pueden llegar a amarnos el lote estaría completo. Es una humilde opinión que he señalado de todo un conglomerado que arde en mi cabeza. ¿Puedes leer ésto? Pues eso es lo que importa.

Ahora me levantaré de la silla y seguiré adelante. Hoy toca otra novedad. Voy a hacer mis primeras lentejas: a ver si salen buenas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario