sábado, 23 de enero de 2010

Situaciones

La camarera nueva le puso un cortado más que aceptable. Cogió el periódico y comenzó leerlo por el final, como siempre hacía. Dando pequeños sorbos al café trataba de poner en orden los recados que tenía que hacer aquella tarde. ¿Quieres agua?, le preguntó la camarera. Sí, gracias, le respondió él. Le puso el vaso de agua muy al alcance de la mano, tanto que creyó notar un ligero roce de sus dedos en los suyos. Echó un vistazo al resto de sus clientes y, confirmándose que todos estaban servidos, se sentó frente a él, sobre una de las cámaras para los refrescos. Él notaba que lo estaba mirando pero siguió aferrado al periódico no sin esfuerzo. Instantes después cogió su bolso y lo puso en la barra, a escasos centímetros de su cortado humeante. La oyó preguntarse ¿dónde estará el teléfono? mientras rebuscaba en el interior del bolso de forma ruidosa; juraría haberlo cogido esta mañana, comentaba como para sí, aunque él se enteraba de todo, estaban prácticamente juntos, y él en particular algo incómodo con la situación. Entonces empezó a sacar cosas y a ponerlas sobre la barra, enumerándolas en voz alta, como si estuviera haciendo una lista. A ver, el pintalabios, la agenda, mis llaves, las del coche, un boli, el monedero, la cartera, el kit de maquillaje, el tabaco... el mechero... a ver, una libretita, otro boli, otro mechero, los condones, el diafragma, las bolitas chinas, mi juguetito especial... ¡aquí está el teléfono! Voy a llamar antes de que sea más tarde. Ésto último se lo dijo a él directamente, al menos eso parecía. Era inevitable que levantara la vista del periódico y se cruzaran sus miradas, y que ella le esbozara una leve sonrisa mientras hacía retornar al bolso todas aquellas pertenencias, y que él sintiera recorrerle un escalofrío incesante desde el coxis a la coronilla y sus piernas adormecidas por un cansancio repentino e inexplicable.

Con el teléfono en su oreja izquierda se dirigió a la cocina y, antes de abrir la puerta, se volvió de nuevo hacia aquella mirada embobada, absorta, perpleja que la seguía y le preguntó ¿entras conmigo o qué?

No hay comentarios:

Publicar un comentario